VISITA AL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE OVIEDO
Los alumnos de 3º de Diseño Gráfico, acompañados por su profesor e ilustrador Marco Recuero, visitan la exposición «la Cultura Bíblica en el Reino de Asturias durante los siglos VIII a X»
Dicha exposición se inauguró el miércoles 10 de abril y estará abierta al público hasta el 16 de junio de 2024 en la sala de exposiciones temporales del Museo Arqueológico de Asturias.
Es una colaboración entre el Museo y la Biblioteca de la Universidad de Oviedo quien aporta los facsímiles de los códices bíblicos medievales. Por otro lado, el Monasterio de San Pelayo de Oviedo cede los materiales y herramientas con los que se elaboraban los códices medievales. Entre otros, contemplaron los facsímiles de Comentarios al Apocalipsis que data de los siglos X y XI, dos facsímiles de biblias de los siglos IX y X, y la reproducción de un pregón pascual del siglo XI.
Esta visita les introdujo en la rica historia de Asturias, mostrándoles la importancia de la cultura bíblica en esta región durante los siglos VIII a X. Los manuscritos iluminados muestran la habilidad artística y el legado cultural de aquel período histórico, brindando a los estudiantes una visión única y valiosa para su desarrollo académico y creativo.
Oportunidad excepcional, facilitando el acceso a una muestra significativa de patrimonio cultural y arqueológico regional, además de la importancia de la educación en la apreciación y preservación de la historia local.
Los manuscritos iluminados son textos complementados con letras capitulares, bordes y miniaturas. Son aquellos volúmenes cuyas decoraciones fueron ejecutadas con polvo u hoja de oro y/o plata.
La mayoría de los manuscritos iluminados sobrevivientes son de la Edad Media, de carácter religioso y creados como códices enrollados o pliegos, en papiro, pergamino, papel vitela o piel de becerro.
Esto supuso más trabajo para el librero y un valor comercial más elevado, aunque esto no impidió que fueran los de mayor circulación durante la Edad Media.
Los primeros libros impresos o incunables reprodujeron el estilo al dejar espacios para miniaturas, letras capitulares decoradas o decoraciones en el margen.
Los manuscritos ilustrados continuaron produciéndose en cantidades más reducidas hasta principios del siglo XVI. A partir de ese momento la imprenta introdujo nuevas demandas editoriales no satisfechas por este formato.
No fue antojadiza la elección del pan de oro y de colores brillantes como azul y rojo en las decoraciones.
La asociación entre la luz y la divinidad es muy antigua y en el mundo cristiano se usó para ilustrar la presencia de Dios y su naturaleza. «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8, 12).
Los artesanos paleocristianos, bizantinos, románicos y góticos decoraron con oro resplandeciente las representaciones de Cristo. En el Medioevo los libros religiosos eran apreciados como encarnaciones auténticas de la Palabra de Dios y no como meros receptáculos de ella.
Estos minerales fueron utilizados como recursos expresivos, junto a otros colores saturados como el azul ultramarino, que se reservaba prioritariamente para el manto de la Virgen. Este color fue el más costoso de aquella época, ya que era extraído casi exclusivamente de una mina al noreste de Afganistán.